PREPARACIÓN SUNGAZING
Cada elemento posee cualidades que le son propias: lo que el aire o el agua pueden hacer, ni el fuego ni la tierra pueden hacerlo. Debemos pues solicitar la ayuda de Dios, diciendo: Padre Mío, Gran Arquitecto del Universo, envíame a los cuatro Angeles, tus servidores.
-Al Angel de la tierra, para que absorba las imperfecciones y las enfermedades de mi cuerpo físico. Que tu Voluntad pueda expresarse a través de él y yo pueda trabajar para tu Reino y tu Justicia.
-Al Angel del agua, para que lave mi corazón de todas las impurezas. Que el amor desinteresado se instale en él y yo pueda trabajar para tu Reino y tu Justicia.
-Al Angel del aire, para que purifique mi intelecto. Que se instalen allí la luz y la sabiduría y yo pueda trabajar para tu Reino y tu Justicia.
-Al Angel del fuego, para que santifique mi alma y mi espíritu. Que se conviertan en las moradas de tu verdad y yo pueda trabajar para tu Reino y tu Justicia.
Así sea.
Yo os amo, benditos seáis.
Y a vosotros gnomos, sílfides, ondinas y salamandras, también os amo, benditos seáis.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
MEDITACIONES A LA SALIDA DEL SOL
Instalar la armonía y la paz antes de realizar la mirada al sol. Algunos temas de reflexión y meditación:
1- La búsqueda del centro. El sol es el centro del sistema solar, y el movimiento armónico de los planetas debemos imprimirlo en nuestras propias células. Pero para ello tenemos que encontrar el centro en nosotros, el Sol, el Espíritu, Dios. Así todas las partículas de nuestro Ser entran en el ritmo de la vida universal. Cuanto más nos acercamos al sol con nuestro pensamiento, nuestra alma, nuestro corazón, nuestra voluntad, más nos aproximamos a Dios, pues el sol es la puerta, es el ojo de Dios en el plano físico que nos lleva a la Divinidad. El solo hecho de mirar al sol, nos acerca al centro del sistema solar, y nuestra conciencia se acerca a nuestro propio centro, por resonancia; y entonces encontramos la fuerza, la paz, la luz y la libertad. Sentiremos que entre el sol y nosotros empiezan a circular ondas que crean formas, colores, un mundo nuevo…
2- Captar los elementos sutiles contenidos en el sol. El sol es el origen y el padre de todas las cosas, de la materia. Concentrándonos en el sol podemos capturar los elementos necesarios en su pureza original para nuestro equilibrio y nuestra salud. Elevarse mediante el pensamiento hasta las regiones más sutiles, más delicadas del espacio y exponerse a todas esas corrientes. Así nuestra alma y nuestro espíritu captan lo que necesitan de esas sustancias etéricas. Proceden del prana, que es una fuerza viviente del sol, que se respira con el aire y se absorbe a través de todas las células. Solo debemos esperar con amor, alegría, sumisión y confianza; y después cuando volvamos, sentiremos que algo se ha reestablecido en nosotros que nos tranquiliza.
3- Mirar al sol para parecérsele. El hombre en el plano psíquico se identifica con lo que mira. Cuando miramos al sol, nuestra alma toma la forma del sol: se convierte en una esfera incandescente y luminosa. Es la misma ley mágica que entra en acción: mirando al sol, todo nuestro ser comienza a parecérsele, somos más luminosos, más cálidos, más vivificantes. Podemos dar algunas partículas de luz, de calor y de vida a la humanidad. A condición de mirarlo con mucho amor y mucha confianza.
4- El lazo con el Yo Superior. Nos imaginamos mirándonos desde el sol. Viéndonos frágiles, pequeños, inexpertos. Pero con la intención de ayudarnos a sentir la totalidad de nuestro Ser. Creando un lazo, un puente de unión entre el yo inferior y el Yo Superior, preparando nuestro cerebro para ese momento. Cuando el puente esté construido se producirá la comunicación y viviremos en la dicha, la felicidad y la libertad. El sol ayuda a sentir la unidad universal, a sentirse uno con el Creador, con todas las entidades luminosas, los ángeles, arcángeles, las divinidades…y a acercarse rápidamente al Manantial.
5- Visitar el sol. Imaginaos que estáis en el sol, visitáis al Arcángel Miguel, que lo gobierna, habláis con El, que os toma en sus brazos, os revela secretos, os da su luz, y que de vez en cuando enviáis algo de lo que habéis recibido al ser que está allá abajo mirando. Empezáis a sentir una gran expansión de conciencia, una paz celestial, y después se producen revelaciones. Así podéis desarrollar nuevas facultades, nuevos centros, comprender y penetrar las cosas convirtiéndoos poco a poco en seres excepcionales.
6- Exponerse al sol espiritual para hacer crecer los gérmenes escondidos en nuestra alma. Únicamente el calor del sol y su luz pueden despertar lo que Dios ha depositado en nosotros: las cualidades, las virtudes, los dones, los poderes mágicos, todos los esplendores. Cuando nos acerquemos al sol espiritual todas las semillas podrán crecer y dar sus frutos. Naturalmente hay que regarlas con nuestro amor, nuestra fe y nuestra confianza. Meditando, orando, dando gracias, pronunciando algunas palabras adecuadas. De esta manera regamos estos brotes con nuestro corazón y nuestro amor.
7- Encontrar la Santísima Trinidad en el sol. El Padre es la vida, el Hijo es el amor y el Espíritu Santo es la luz. Y a través de la vida, del amor y de la luz del sol podemos alcanzarla, comulgar con Ella y hacer que penetre en nosotros. Nuestra pequeña trinidad que es nuestro intelecto, nuestro corazón y nuestra voluntad está un poco apagada, pero se calentará y se iluminará junto al sol. Para que nuestra trinidad alcance la santidad, debemos tomar al sol como modelo y tender hacia él a fin de que nuestro intelecto se impregne de su luz, nuestro corazón de su calor y nuestra voluntad de su vida y de su poder.
8- El rosario del discípulo. Se trata de un rosario imaginario. La primera perla a enhebrar somos nosotros; la segunda perla es nuestro padre (como símbolo representa al Padre Celestial); la tercera es el alcalde de la ciudad, él representa la cabeza; la cuarta es el jefe del país; la quinta el jefe del planeta; la sexta el jefe del sistema solar y la séptima el Maestro del Universo (Dios). Lo enhebramos con un hilo de plata. Ahora unimos ambos extremos y se establece una corriente que parte de Dios, pasa a través del sol, del regente de la Tierra, y así sucesivamente hasta llegar a vuestro padre y a vosotros, y después a Dios.
9- Ejercicio para desarrollar el aura. El aura es como una coraza que nos protege de las corrientes negativas y de los espíritus tenebrosos. Al mirar al sol vemos como se rodea a sí mismo de un aura de hermosos colores, diréis: “Yo también quiero rodearme de los más bellos colores: violeta, índigo, azul, verde, amarillo, naranja y rojo.” Y durante bastante tiempo os bañáis en esa luz, os imagináis que irradia y se extiende muy lejos hacia todas las criaturas y seres que contactan con nosotros hacia los cuales esparcen sus bendiciones.
10- Cualquier ejercicio que brote del corazón y sirva para establecer la comunión con el sol.
Fuente :Omraam Michael Aïvanhov
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